Sí, una pequeña libreta de tapa negra, rígida y con anillas. Teníamos catorce años, y nos pasábamos notas la una a la otra. Las hojas se transformaron en una libreta compartida, y las notas en pequeñas historias.
Y ahora, mientras una está en el aire y la otra en tierra, por aquí continuaremos. Así es como la libreta se ha transformado en el blog que lleva su nombre.