V. Bajo la piel

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Todo empezó con una uña negra. Pensé que había sido un golpe. He asumido mi torpeza hasta tal punto que amanecer con un cardenal no constituye ninguna sorpresa.

         A los dos días, hasta me alegró ver que la uña que no se caería.

         Pero a los cuatro días todo el dedo estaba negro. No dolía, sorprendentemente. Era una de esas cosas que hacen más daño a la vista de los demás que a los sentidos propios. Pensé que era mi propio cuerpo reclamando mi atención.

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I. Memento Mori

En la familia Villalocos, hay una maldición,

la que no vuela, arde como el carbón…

El señor Rivas llevaba casi una hora disponiendo los preparativos para realizar la fotografía, y el padre de Celia comenzaba a impacientarse. No es que fuese una familia que se tomase el tiempo a la ligera, precisamente. En cada generación alguien les recordaba que los minutos apretaban en la muñeca.

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